Bruno by Friedrich Schelling

Bruno by Friedrich Schelling

autor:Friedrich Schelling [Schelling, Friedrich]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 1802-01-01T00:00:00+00:00


LUCIANO: En todo punto.

BRUNO: Así pues, el conocer infinito puede existir sólo como el alma de una cosa que representa en sí lo finito infinitamente y, por tanto, el universo.

LUCIANO: Así es, pues cada concepto, decíamos, existe sólo porque es el concepto de una cosa existente.

BRUNO: Pero tal cosa es a su vez necesariamente un individuo y, en tanto que existe como tal, está sometida al tiempo y a la duración.

LUCIANO: Sin duda.

BRUNO: Entonces no lo está menos el alma, de la cual es la cosa el objeto inmediato.

LUCIANO: Lo está igualmente.

BRUNO: El alma (de ella estamos hablando únicamente, por lo demás), que es el concepto de esta cosa, es a su vez sólo una parte de la posibilidad infinita que en Dios es, sin tiempo, real. Pero en el alma individual recae tan sólo la realidad de aquello cuya posibilidad está contenida en ella.

LUCIANO: Necesariamente.

BRUNO: Pero ¿no habíamos supuesto que el alma es el conocer infinito mismo?

LUCIANO: Ciertamente, pero la ponemos como tal en tanto que la consideramos en sí; en tanto que es el alma de esta cosa, la ponemos necesariamente como finita y sujeta a la duración.

BRUNO: Así pues, tenemos necesariamente una doble concepción del alma.

LUCIANO: Naturalmente, pues si la ponemos meramente como refiriéndose a aquello de lo cual es el concepto no la ponemos como conocer infinito, y si la ponemos meramente como infinita no la ponemos como concepto de una cosa existente, y con ello no la ponemos a ella como existente. Por consiguiente, ponemos el alma a la vez como finita y como infinita.

BRUNO: Entonces el conocer infinito existe o aparece sólo bajo la forma de la diferencia y la indiferencia.

LUCIANO: Así es.

BRUNO: A ambas, sin embargo, al alma en tanto que una con el cuerpo y al alma en tanto que conocer infinito, las ponemos como necesariamente unidas.

LUCIANO: Unidas por el concepto eterno en el cual se identifican finito e infinito.

BRUNO: Sólo esta idea es en Dios; la oposición de diferencia e indiferencia, en cambio, sólo en el alma misma en tanto que existe.

LUCIANO: También esto es así.

BRUNO: ¿Pero no decías tú que el alma, considerada en uno de sus aspectos, es una con el cuerpo, más aún, es el cuerpo mismo?

LUCIANO: Así decía.

BRUNO: ¿Qué relación darás, entonces, al alma considerada como infinita con el alma considerada como finita?

LUCIANO: Necesariamente de nuevo la del alma con el cuerpo.

BRUNO: Por consiguiente hemos transferido al alma misma la oposición entre alma y cuerpo.

LUCIANO: Así parece.

BRUNO: Por lo tanto, deberemos atribuir al alma, en tanto que es finita, todas las condiciones que necesariamente se atribuyen al cuerpo.

LUCIANO: No podemos hacer otra cosa.

BRUNO: Pero al alma, en tanto que se refiere al cuerpo, la determinábamos como la posibilidad cuya realidad estaría expresada en el cuerpo.

LUCIANO: Exacto.

BRUNO: Entonces, dado que hemos puesto el alma como concepto inmediato del cuerpo y al cuerpo mismo como Una cosa, ¿no debemos oponer el alma, en tanto que se refiere inmediatamente al cuerpo, al alma, en tanto que es infinita, como oponemos la realidad a la posibilidad, y viceversa? LUCIANO: Incuestionablemente.



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